El lado bueno de las cosas(8)



Jake se pone en pie al verme. Lleva unos pantalones de raya diplomática y un polo azul lo suficientemente ajustado para mostrar que aún está en forma. También lleva un reloj con diamantes en la esfera y que es lo que Danny llamaría el ?caprichito? de Jake. Ha perdido un poco de pelo, pero lo lleva engominado. Tiene pinta de pretencioso.

—?Pat? —pregunta.

—Te dije que no lo reconocerías —dice mamá.

—Pareces Arnold Schwarzenegger —dice mientras toca mi bíceps, lo cual odio, porque no me gusta que me toque nadie excepto Nikki. Como es mi hermano, no digo nada—. Estás cachas —a?ade.

Desvío la mirada al suelo pues recuerdo lo que dijo sobre Nikki (y aún estoy enfadado por eso), pero también estoy muy feliz de ver a mi hermano después de tanto tiempo, tanto que parece una eternidad.

—Escucha, Pat, debería haber ido a verte a Baltimore, pero esos sitios no me gustan y… y… y no podía verte así, ?de acuerdo? ?Estás furioso conmigo?

En cierto modo sí que estoy furioso con Jake, pero de repente recuerdo otra de las frases de Danny y es tan apropiada que tengo que decirla, así que suelto:

—Solo tengo amor para ti.

Por un instante, Jake me mira como si lo hubiera golpeado en la tripa. Luego, parpadea varias veces como si fuera a llorar, me rodea con los dos brazos y me abraza.

—Lo siento —dice mientras me abraza durante más tiempo del que me gusta, a menos que sea Nikki la que me abrace, claro.

Cuando me suelta, Jake dice:

—Te he traído un regalo.

Saca una camiseta de los Eagles de una bolsa de plástico y me la da. La extiendo y veo que lleva el número 84, deduzco que es el número de un receptor, pero no reconozco el nombre del jugador. ??No era el joven receptor Freddie Mitchell el número 84??. Esto lo pienso pero no lo digo, ya que no quiero ofender a mi hermano, que ha sido lo suficientemente amable para comprarme un regalo.

—?Quién es Baskett? —pregunto, pues es el nombre que hay escrito en la camiseta.

—?La sensación, Hans Baskett? Es el ídolo de la pretemporada. Estas camisetas están de moda en Filadelfia. Y tú llevarás esta a los partidos de esta temporada.

—?A los partidos?

—Bueno, ahora que has vuelto querrás recuperar tu antiguo asiento, ?verdad?

—?En los Vet?

—?Los Vet! —dice Jake riendo y mirando a mi madre, que parece algo asustada—. No, en el Lincoln Financial Field.

—?Qué es el Lincoln Financial Field?

—?Es que en ese lugar no te dejaban ver la televisión? Es el hogar de los Eagles, el estadio en el que tu equipo ya ha jugado tres temporadas seguidas.

Sé que Jake me está mintiendo, pero no digo nada.

—En fin, tienes un asiento junto a mí y también junto a Scott. Son pases de temporada, hermanito. ?Mola o qué?

—No tengo dinero para pagar pases de temporada —digo. Dejé que Nikki se quedara la casa, los coches y el dinero del banco cuando empezó el período de separación.

—De eso me ocupo yo —dice Jake mientras me da un golpecito en el brazo.

Le doy las gracias a mi hermano y mamá empieza a llorar otra vez. Llora tanto que tiene que salir de la habitación, lo cual es muy extra?o, porque Jake y yo estamos haciendo las paces y porque un pase de temporada para ver a los Eagles es un regalo bastante bueno, sin contar la camiseta.

—Ponte la camiseta, hermanito.

Me la pongo y me siento bien con el color verde del equipo de los Eagles, en especial porque es una camiseta que Jake eligió para mí.

—Espera y verás lo bueno que Baskett va a ser este a?o —dice Jake de manera extra?a, como si mi futuro estuviera unido de alguna forma al del nuevo receptor de los Eagles, Hank Baskett.





EL DONUT DE HORMIGóN


Me percato de que mi padre ha esperado hasta que el partido estuviera a punto de comenzar para entrar en el salón. Como aún es pretemporada no hacemos ninguno de los típicos rituales que hacemos antes del partido cuando la temporada ha empezado. Papá se ha puesto la camiseta de McNabb con el número 5 y está sentado en el borde del sofá dispuesto a saltar de su asiento. Inclina la cabeza con solemnidad mirando a mi hermano, pero a mí me ignora por completo, incluso después de que mi madre le diga cuando van a la cocina: —Por favor, intenta hablar con Pat.

Mamá pone la comida en bandejas, se sienta junto a Jake y todos empezamos a comer.

La comida está deliciosa, pero soy el único que lo dice. Mamá parece contenta de que alguien le haga un cumplido, pero aun así pregunta: —?Seguro que todo está bien?

Mamá hace esto porque cuando se trata de cocinar es muy modesta, a pesar de ser una gran cocinera.

—?Qué crees que harán los Pajarracos esta temporada, papá? —pregunta Jake.

—Ocho y ocho —responde mi padre con pesimismo, como siempre hace al comienzo de la temporada.

—Once y cinco —dice mi hermano. A lo que mi padre niega con la cabeza y resopla—. ?Once y cinco? —me pregunta a mí. Yo asiento porque soy optimista y ganar once partidos pondría a los Eagles en los playoffs.

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