El lado bueno de las cosas(13)



Volvemos a la casa y después de una peque?a charla, Tiffany y yo nos quedamos solos en el salón, uno en cada extremo del sofá, mientras Veronica termina la cena y Ronnie lleva a Emily a la cama.

—Estás muy guapa esta noche —digo cuando el silencio se vuelve incómodo.

Antes de que el período de separación comenzase, yo nunca le decía piropos a Nikki y creo que esto hirió de verdad su autoestima. Pienso que puedo practicar y piropear a otras mujeres sobre su aspecto físico para que me salga de manera natural cuando Nikki regrese. Aunque Nikki siempre está guapa. Tiene unos a?os más que yo, pero tiene un cuerpo bonito y una melena negra larga y sedosa.

—?Qué te ha pasado en la cara? —pregunta Tiffany sin mirarme.

—Un accidente levantando pesas.

Se mira las manos, las cuales tiene cruzadas sobre el regazo. Lleva las u?as pintadas de rojo.

—?Dónde trabajas ahora? —digo, pensando que es una pregunta segura.

Arruga la nariz como si acabara de tirarme un pedo.

—Me despidieron hace meses.

—?Por qué?

—?Realmente importa? —dice mientras se levanta y se dirige hacia la cocina.

Me bebo lo que me queda de la segunda cerveza y espero a que Ronnie vuelva.

La cena es elegante, hay velas encendidas y han sacado la vajilla buena y la cubertería de plata, pero el ambiente es extra?o. Tiffany y yo estamos callados mientras que Veronica y Ronnie no dejan de hablar de nosotros.

—A Pat le encanta la historia. Sabe absolutamente todo de cada presidente de Estados Unidos. Vamos. Pregúntale algo —dice Ronnie.

Como Tiffany ni siquiera levanta la mirada de su plato, Veronica explica: —Mi hermana está acudiendo a clases de baile moderno, tiene un recital dentro de dos meses. Deberías verla bailar, Pat. Dios, ojalá pudiera bailar como mi hermana. Todos vamos a ir a ver el recital. ?Deberías venir con nosotros!

Asiento con cuidado cuando Tiffany levanta la mirada para ver qué respondo. Digo que sí para practicar el ser bondadoso. Además, seguro que a Nikki le habría gustado ir a un recital de baile y a partir de ahora quiero hacer cosas que le gusten a Nikki.

—Pat y yo vamos a hacer ejercicio juntos —dice Ronnie—. ?Has visto lo en forma que está mi amigo? Qué mal quedo yo. Necesito hacer ejercicio contigo en ese sótano, Pat.

—A Tiffany le encanta la costa. Los cuatro deberíamos llevar a Emily a la playa algún fin de semana de septiembre, cuando ya no haya aglomeraciones. Podríamos hacer un picnic. ?Te gustan los picnics, Pat? A Tiffany le encantan, ?verdad, Tiff?

Ronnie y Veronica se dedican a hablar de nosotros durante quince minutos y luego hay una pausa que aprovecho para preguntar si alguien sabe algo sobre la demolición del estadio de los Vet. Para mi sorpresa, Ronnie y Veronica dicen que lo demolieron hace a?os, igual que dijo mi padre. Eso me preocupa tremendamente, ya que no tengo ningún recuerdo de ello ni de los a?os que han pasado desde entonces. Pienso en preguntar cuándo nació Emily, pues recibí una carta de Ronnie por aquella época, pero me asusto y no lo hago.

—Yo odio el fútbol americano —dice Tiffany—, más que nada en el mundo.

Después de esto, todos comemos un rato en silencio.

Los tres platos que Ronnie había prometido resultan ser la cerveza, lasa?a con guarnición de puré de espárragos y tarta de lima. Los tres platos están deliciosos y se lo digo a Veronica (para practicar para cuando Nikki regrese), a lo que ella me responde: —?Acaso pensabas que mi comida estaría mala?

Sé que lo dice de broma, pero Nikki habría dicho que eso demostraba lo bruja que Veronica podía llegar a ser. Pienso en que si Nikki estuviera aquí, nos quedaríamos despiertos y charlando en la cama como solíamos hacer cuando íbamos un poco borrachos. Ese pensamiento me pone triste y alegre a la vez.

Cuando nos terminamos la tarta, Tiffany se pone en pie y dice: —Estoy cansada.

—Pero si apenas hemos terminado de cenar —protesta Veronica—, y tenemos el Trivial Pursuit…

—He dicho que estoy cansada.

Nos quedamos en silencio.

—Bueno —dice finalmente Tiffany—, ?piensas acompa?arme a casa o qué?

Me lleva unos segundos darme cuenta de que Tiffany me habla a mí, pero digo rápidamente: —Claro.

Puesto que estoy practicando el ser bueno, ?qué otra cosa podría haber dicho?

Hace una noche cálida, pero no pegajosa. Tiffany y yo recorremos una manzana antes de que le pregunte dónde vive.

—Con mis padres, ?de acuerdo? —dice sin mirarme.

—Oh. —Me doy cuenta de que solo estamos a unas cuatro manzanas de la casa de los se?ores Webster.

—Tú también vives con tus padres, ?no?

—Sí.

—Entonces no hay para tanto.

Ha oscurecido, imagino que serán las nueve y media de la noche. Tiffany camina deprisa con los brazos cruzados sobre el pecho, y eso que lleva tacones. Muy pronto estamos en la puerta de casa de sus padres.

Pienso que va a darme las buenas noches cuando me mira y dice: —Mira, no he tenido una cita desde la universidad, pero sé cómo funciona esto.

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