El lado bueno de las cosas(16)
La escena en la que Dimmesdale y Hester finalmente están juntos por primera vez en la ciudad me hizo desear que acabara el período de separación. Así yo podría estar con Nikki en algún lugar público y pedirle perdón por haber sido un estúpido en el pasado. Entonces le diría lo que pienso del clásico de Hawthorne y eso la haría feliz. Dios, va a sentirse muy feliz cuando sepa que he leído un libro escrito en inglés antiguo.
?TE GUSTAN LAS PELíCULAS EXTRANJERAS?
Cliff me pregunta sobre la cena que dio Veronica de una manera que me hace sospechar que mi madre ya lo ha comentado con él (probablemente en un intento de hacer que me ponga las camisas que me compró en Gap y que a ella le encantan y a mí no). En cuanto me siento en el sillón marrón reclinable, Cliff saca el tema y se toca la barbilla (como hace cada vez que me pregunta por algo que mi madre ya le ha contado).
Aunque sé que ya se lo ha contado, tengo ganas de decirle que tuvo razón al aconsejarme que me pusiera la camiseta que mi hermano me había regalado. Sorprendentemente, no quiere hablar de la ropa que llevé, quiere hablar de Tiffany, y no deja de preguntarme por ella, por cómo me hizo sentir y si disfruté con su compa?ía.
Primero soy educado y respondo diciendo que Tiffany es muy agradable, que iba muy bien vestida y que tiene muy buen tipo, pero Cliff no deja de buscar la verdad como hacen siempre los terapeutas. Todos tienen alguna especie de habilidad psíquica que les permite ver a través de las mentiras y por eso saben que al final te cansarás de seguir el rollo de la mentira y querrás contar la verdad.
Al final, digo:
—Bueno, la verdad es que no me gusta decir esto, pero Tiffany es un poco guarra.
—?Qué quieres decir? —me pregunta Cliff.
—Quiero decir que es un poco puta.
Cliff se sienta más erguido. Parece sorprendido y lo suficientemente incómodo para hacer que yo también me sienta incómodo.
—?En qué basas esa observación? ?Vestía de manera provocadora?
—No. Ya te lo he dicho. Llevaba un vestido bonito. Pero en cuanto terminamos de cenar me pidió que la acompa?ase a casa.
—?Qué hay de malo en eso?
—Nada. Pero al final del paseo me pidió que tuviésemos un encuentro sexual. Y no con esas palabras.
Cliff se quita la mano de la barbilla, se recuesta y dice: —Oh.
—Lo sé. Yo también me quedé alucinado, sobre todo porque sabe que estoy casado.
—?Y lo hiciste?
—?Hacer qué?
—Tener un encuentro sexual con Tiffany.
Primero me cuesta asimilar las palabras de Cliff, pero luego me cabreo al comprenderlas.
—?No!
—?Por qué no?
No puedo creer que Cliff realmente me esté preguntando eso, sobre todo porque es un hombre felizmente casado, pero le respondo de todas formas.
—?Porque amo a mi mujer! ?Por eso!
—Eso es lo que pensaba —dice.
Eso me hace sentir mejor, pues me doy cuenta de que solamente estaba poniendo a prueba mi moral, lo cual es del todo comprensible ya que las personas que salen de una institución mental deben tener una buena moral para que el mundo continúe girando sin interrupciones mayores y pueda haber finales felices.
Luego digo:
—Ni siquiera sé por qué Tiffany quería tener sexo conmigo. Quiero decir, no soy un hombre atractivo, y ella es muy guapa. Podría encontrar a alguien mejor, seguro. Estoy pensando que quizá sea ninfómana. ?Qué piensas?
—No sé si es ninfómana o no —dice—. Lo que sé es que a veces la gente dice y hace lo que cree que los demás quieren que haga. Quizá Tiffany no quería tener sexo contigo pero pensó que te ofrecía algo que tú querías, para que la valorases.
Pienso durante unos instantes en esta explicación y digo: —?Quieres decir que Tiffany pensaba que yo quería tener sexo con ella?
—No necesariamente —dice sujetándose la barbilla de nuevo—. Tu madre me contó que llegaste con la camiseta llena de maquillaje. ?Puedo preguntarte cómo sucedió?
Reticente, porque no me gusta cotillear, le cuento que Tiffany llevaba su anillo de casada a pesar de que su marido ha muerto y le cuento lo del abrazo y lo de que nos pusimos a llorar frente a la casa de sus padres.
Cliff asiente y dice:
—Parece que Tiffany necesita un amigo y que pensó que tener sexo contigo la ayudaría a que fueses su amigo. Pero cuéntame otra vez cómo manejaste la situación.
Así que le digo exactamente lo que nos llevó al abrazo y cómo dejé que me manchase la camiseta de Hank Baskett con maquillaje y…
—?Dónde conseguiste una camiseta de Hank Baskett? —me pregunta.
—Ya te lo dije. Me la regaló mi hermano.
—?Eso es lo que te pusiste para la cena?
—Claro, como me dijiste que hiciera.
Sonríe y hasta se ríe, lo cual me sorprende. Luego a?ade: —?Qué dijeron tus amigos?
—Ronnie dijo que Hank Baskett era el hombre.
—Es que Hank Baskett es el hombre. Estoy seguro de que hará al menos siete touchdowns esta temporada.