Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(14)
—Ay, Pierre —suspiró con ensue?o y tristeza—. Todavía recuerdo cuando en esa fiesta lo encontré fumando en el ba?o y me hizo cosas con la lengua que no sabía que podían hacerse y...
Kiana le puso una mano frente a la cara para interrumpirlo.
—?Asco! —gritó—. No me refería a que recordaras todas las cosas que pasaron. Lo que quiero saber es qué pasó entre él y Aegan.
Dash asintió y guardó silencio.
—Bien, ?qué le pasó a Pierre? —pregunté yo, Do?a Impaciencia.
—En la clase de Debate internacional corrigió a Aegan en su argumento —reveló Kiana—. Bueno, dijo que estaba equivocado, y sí lo estaba, pero nadie debía decirlo. El caso fue que Aegan perdió puntuación por eso.
—Aegan lo aceptó, pero luego... —Dash se interrumpió, manteniendo el suspense.
Y Kiana complementó el relato:
—Tres clases después, al finalizar su argumento, cada persona del aula acribilló a Pierre a preguntas. Preguntas muy difíciles que hicieron que el pobre entrara en pánico y que, debido a la presión, no pudiera defenderse. Salió hiperventilando y corriendo de la clase.
Me imaginé la escena y la ancha sonrisa de suficiencia de Aegan con claridad, triunfante al fondo de la clase.
—Y eso no fue todo, claro —agregó Dash, de nuevo con tristeza—. Días después, unos estudiantes hicieron hackearon el sistema de Tagus y hubo problemas con las calificaciones de la clase. Al final, lograron recuperarlas todas, excepto la de Pierre. Tuvo que hacer todos los exámenes de nuevo en una sola semana.
—Y suspendió... —quise adivinar.
—No, aprobó —negó Kiana como si fuese peor aún—, pero lo logró a base de metanfetaminas. Esa semana lo vieron comprando. Después no asistió más a Tagus. Los que eran sus amigos dicen que sus padres se lo llevaron porque empezó a hacerse adicto. Tal vez sigue en rehabilitación.
Dash puso cara de tragedia de novela.
—No he vuelto a encontrar otra lengua igual —fingió sollozar.
Kiana entornó los ojos ante su melodrama.
—La cuestión es que Aegan actúa estratégicamente —sostuvo—. Los que atacaron el sistema fueron expulsados y considerados unos vándalos, pero sabemos que el hackeo fue planeado por Aegan.
Más que inteligente: hacía que otros realizaran el trabajo sucio para mantener sus manos limpias. Las jugadas más sucias y efectivas eran ejecutadas por personas así. Quizá sí había que tenerle un poco de miedo a ese Cash.
—Pues habrá que esperar para ver qué sucederá... —fue lo que dije con un encogimiento de hombros.
Y sí, pasarían muchas cosas.
Solo que no como todos esperábamos.
Ni como planeamos.
4
Retando y retando al demonio vas enojando
Pasó una semana.
Y no sé cómo no me esperé lo que sucedería ese día.
En realidad, empecé la ma?ana muy bien. Incluso me atreví a alisarme mi cabello te?ido de negro, muy optimista, y usé mi camisa de o te controlas o te controlo. Frente al espejo me dije a mí misma que por un minuto el mundo debía dejar de girar alrededor de los Cash y..., bueno sí, sí, en esta historia casi todo gira en torno a ellos, y sé que eso es lo que más quieres saber, pero debo contarte estas cosas.
Entonces me dije que ya debía intentar cumplir uno de mis primeros objetivos: entrar en el equipo del periódico de Tagus.
En el perfil de Instagram del periódico habían informado de que esa tarde a la una en punto estarían haciendo las pruebas para nuevos postulantes. Como parecía que desde mi nacimiento tenía una maldición que me ponía obstáculos para cualquier cosa, el profesor de mi última clase se había extendido y a la una y diez tuve que salir corriendo hacia el edificio de Audiovisual. Llegué nerviosa pero positiva y atravesé la puerta doble del salón de imprenta, segura de que no habría ninguna razón para tener problemas en esas pruebas.
Pero esa seguridad murió en cuanto la puerta se cerró detrás de mí con un sonido traicionero, como si con toda intención hubiese querido decir: ??Miren quién acaba de llegar!?, y las veinte personas que estaban sentadas frente a una pizarra en la que se proyectaba una imagen digital de la maqueta de una hoja de artículos pasaron a centrar su atención en mí.
De todos los rostros, me fijé solo en los dos que estaban sentados a la cabeza de los estudiantes:
Aleixandre.
?Y... ?no te lo esperabas??
Aegan.
?Vaya, parece que te gustó eso de ser el centro de atención, ?eh??, se burló mi fastidiosa mente.
Me quedé paralizada por un segundo. Aegan no había alzado la cara por el sonido de la puerta, sino que, de hecho, estaba muy concentrado escribiendo algo con un lápiz electrónico en un iPad, pero el momento fue absurdamente incómodo porque Aleixandre, por el contrario, sí clavó los ojos en mí con una ligera expresión de confusión en su rostro. Una confusión rara, como si no entendiera algo en mí o por qué estaba allí.