Puro (Pure #1)(126)



—Claro. —Y su madre le susurra entonces—: Estás aquí, me has encontrado. Te he echado tanto de menos… Llevo toda la vida echándote de menos.





Pressia


Tatuajes

Después de eso todo sucede muy deprisa.

—No tenemos mucho tiempo… por no decir nada —les advierte Perdiz.

—Vale —le dice Aribelle a Pressia—, quita la manta estampada de esa silla y tú, Perdiz, cógeme y ponme en ella.

Pressia sigue las instrucciones y aparta la manta estampada, debajo de la cual hay una silla de mimbre a la que han instalado unas ruedas hechas con círculos de hojalata recubiertos de caucho. Sobre el asiento tiene varios cojines de loneta.

—Estoy intervenida en ojos y oídos.

—?La Cúpula? —pregunta Aribelle.

Pressia asiente.

—?Qué es lo que quieren?

Perdiz levanta el frágil cuerpo de su madre de la cápsula y la sienta en la silla. Al hacerlo, todas las piezas rechinan.

—Quieren lo que tienes aquí —le explica Perdiz.

—En concreto los medicamentos. Creemos que eso es lo que más les interesa.

Aribelle acciona con las tenazas una manivela que hay a un lado de la silla y un motorcillo instalado en el respaldo se enciende y empieza a vibrar. La silla está motorizada, con unos pistones que bombean detrás del respaldo.

—Así que están enfermando poco a poco. Los síntomas típicos son un ligero temblor de manos y cabeza, parálisis, deterioro de la vista y el oído. Lo siguiente es la piel, que se vuelve fina y se reseca. Al final los huesos y los músculos se erosionan y los órganos fallan. Se llama degeneración celular rauda y ocurre cuando uno se somete a demasiada codificación. Sabíamos que pasaría.

—A papá le está pasando —dice Perdiz como si se diera cuenta en ese preciso instante—. Yo pensaba que estaba enfadado conmigo y por eso meneaba siempre la cabeza, casi sin ser consciente, para mostrar su disgusto. Pero claro, por eso tiene tanto interés en los medicamentos.

Aribelle se queda paralizada por un momento, todo el cuerpo se le tensa.

—?O sea que sigue vivo?

—Sí.

—Tenía mis razones para pensar que había muerto.

—?Qué razones?

Con las tenazas se baja el cuello de la camisa y deja al descubierto la piel de su pecho, donde se ven seis cuadraditos, con los contornos apenas visibles bajo la piel. Tres de los cuadrados laten, los otros tres no.

—Cada uno nos alojamos el latido del corazón de los demás en la piel, para saber quién estaba vivo y quién no. Una especie de tatuaje latente. —Se?ala los dos primeros cuadrados apagados—. Estos dos han muerto. El primero, Ivan, murió muy joven, poco después de ponernos los latidos. Este otro falleció unos meses antes de las Detonaciones y el tercero es el de tu padre —dice Perdiz—. Se detuvo no mucho después de las Detonaciones.

—Tiene cicatrices en el pecho, se las vi una vez —recuerda Perdiz—; eran unas cuantas cicatrices en la misma disposición.

Aribelle respira hondo y suspira.

—Nos dijo que no quería saber nada más de nosotros, que iba a cortar por lo sano. Y a eso se refería, a cortarnos con un cuchillo… Todo cuadra. Aunque se quedase sin saber que estábamos vivos, prefirió sacrificar esa información para hacernos creer que había muerto.

—?Y los que han sobrevivido? —le pregunta Pressia.

Va se?alándolos y diciendo los nombres:

—Bartrand Kelly, Avna Ghosh y Hideki Imanaka.

—?Mi padre? —pregunta Pressia.

Cuando Aribelle asiente, a la chica se le llenan los ojos de lágrimas.

—Crees que está vivo.

—El hecho de que su corazón siga latiendo me ha mantenido con vida.

—?Y por qué esos tatuajes? —quiere saber Perdiz—. ?Qué os unía?

—El idealismo —dice su madre, y se desplaza hasta la mesa y enciende los ordenadores. Las pantallas se iluminan y se escuchan interferencias por las radios—. Nos reclutaron a todos para los Mejores y Más Brillantes. De entre el grupo escogieron a veintidós para idear un proyecto de fin del mundo. No teníamos ni veinte a?os, éramos unos críos. A partir de ahí tu padre se fue metiendo en una especie de grupo interno; lo creyó necesario. Era brillante pero a la vez estaba algo ido. Su mente, ya antes de la potenciación, funcionaba a un ritmo frenético. Solo con el tiempo he tenido perspectiva para darme cuenta de lo loco que estaba, ya desde el principio. —Vuelve a mirar el colgante del cisne—. Tu padre, Pressia, me regaló este colgante. Yo conocía la inscripción que tenía por dentro. El cisne era ya importante para nosotros desde muy temprano, era un símbolo para los siete. Pero la Operación Fénix acabó con el cisne y lo cambiaron por el pájaro que resurge de sus cenizas. Cosas de Ellery Willux… Hideki quería que yo fuese el cisne que se convierte en fénix y sobrevive a todo lo que sabíamos que estaba por llegar. él me llamaba ?mi fénix?. —Cierra los ojos y las lágrimas le corren por las mejillas—. Al principio eran tantas las buenas intenciones: íbamos a salvar el mundo, no a acabar con él.

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