Save Us (Maxton Hall #3 )(26)



—Empieza con ese contacto—, digo, dejando que su atención se vaya a pesar de sus oídos.

Alcanzo el rodillo, extiendo el equipo de pintura a lo largo de la pared más larga de la habitación. Todavía hay rayas verdes y grises en el contenedor después de nuestro último cuadro y de repente recuerdo a mi madre, que se ríe en una escalera, y a Ruby, que me apunta con un cepillo como una pistola.

Miro a Wren, que tapa el fondo del enchufe.

—Escucha, me doy cuenta de que es un sentimiento terrible perder la casa—, digo. Se detiene un tiempo, pero luego trabaja, como si nada 96

hubiera pasado. —Pero con el tiempo, serás capaz de mirarlo desde la distancia. No hay otra salida, o eso o te pones gris.

Ahora me mira divertido.

—?Puedes ponerte un poco gris por tu ira?— Asiento vigorosamente.

—?Quieres ser el único chico gris de dieciocho a?os en un radio de quinientos kilómetros? No lo creo. —Asiento con la cabeza y me levanto.

Voy al escritorio a buscar la película.

—Mira, pensé que era una nueva moda. ?Creo que he estado leyendo en algún blog al estilo de la abuela últimamente?

Sonrio. Esa entrada también tenía que ser comentada. Estaba con mis padres en Londres en ese momento y vi a una joven en la calle cuyo estilo me gustaba mucho. Llevaba una falda con flores y una camisa vaquera atada a la cintura, pero lo más genial era su pelo; trenzas plateadas y un flequillo deshilachado.





Le pregunté espontáneamente si aceptaría hacer una aparición como invitada en mi blog y luego le pregunté sobre su peinado durante una hora.

—El aspecto de abuela es que te ti?es deliberadamente el pelo de gris.

Además, hay que tener sentido común, no invocar la moda cuando se está de mal humor. Y eso es realmente súper sincero.— Hago una curva sobre mi hombro, cubriendo toda la habitación. —Sólo tenemos que trabajar un poco.

Wren se levanta y me mira un rato. Por fin está asintiendo con la cabeza. —Tienes razón. Lo siento.

—No tienes que disculparte. Será mejor que vayas a los otros enchufes.

Las comisuras de su boca flotan en una sonrisa, finalmente asintiendo con la cabeza y haciendo su trabajo obedientemente. Mientras tanto, estoy envolviendo el radiador, que también ha visto mejores tiempos.

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Ya después comprobare en Internet si el radiador se puede pintar con pintura normal. Cuando las tablas del suelo del pasillo crujen con fuerza.

Hay una mujer alta en el umbral, probablemente la madre de Wren. Tiene la piel marrón oscura, los mismos ojos que Wren y pelo corto y oscuro.

Ella sonríe cálidamente a mi vista.

—Ember, ?verdad?— Se me acerca. Parece realmente feliz de verme, así que la abrazo calurosamente.

—Encantada de conocerla, Sra. Fitzgerald.— Le respondo cortésmente.

—El placer es todo mío. Y por favor, llámame Christine.— Se libera de mis abrazos y mirando a su alrededor de una manera interesante. Su vista se detiene en el papel de aluminio en el suelo. —Como yo lo veo, tienes que trabajar duro.





—Ember tiene grandes visiones para esta habitación.— Resplnde Wren del otro lado. Se levanta. —?Puedo ayudarte, mamá?

Ella niega con un movimiento de cabeza.

—Sólo quería decir que voy a ir de compras. Dicen que hay un Tesco en algún lugar cercano. ?Puedo comprarte algo?

Wren piensa mucho. —?Qué tal un zumo de naranja?

—Ya lo he escrito. ?Ember?

—No, gracias.

—Si necesitas ayuda con la pintura, házmelo saber.

—Por supuesto, mamá.

Ella sonríe y desaparece detrás de la puerta. Le doy la espalda a Wren.

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—Hermosa.— Susurro.

—Muy amable de tu parte decir eso. Ella solía ser una modelo, —responde.

—?En serio?

Lo confirma con un movimiento de cabeza.

—Estuvo en desfiles de moda en París y Milán. Pero eso fue hace más de veinte a?os.

—Oh, vaya. Debe haber sido un momento maravilloso—. Digo con entusiasmo

—No lo sé.— Wren se encoge de hombros. —Rara vez habla de ello.

—En realidad, ?por qué?

Wren pega el último trozo de cinta al contacto, luego se endereza y se acerca a su escritorio.





—Creo que a veces extra?a su antigua vida. De todos modos, cambia de tema cada vez que la conversación se reduce a esos tiempos.

—Oh— Paso por él y saco el resto de las cosas de la bolsa. —También mi padre. Tampoco recuerda realmente los días anteriores... un accidente, como si no estuvieran allí.

Wren pone uno de los rodillos en el contenedor de pintura. Levanta lentamente la tapa. Sin mirarme, a?ade: —Mamá ha estado un poco rara últimamente.

—?Cómo es eso?

Me quita un rodillo, lo gira ansiosamente en sus manos. —Finge no estar impresionada por todo esto, pero...— Duda un poco. —Ayer la oí llorar en el ba?o. Las paredes aquí son bastante delgadas.

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