Save Us (Maxton Hall #3 )(25)



Levanta la mano al verme. Paso por el último tramo, paso el coche, camino por el estrecho camino de entrada a la puerta, sin apartar los ojos de él.

Sólo después de un tiempo me doy cuenta de que debo comprobar la hora.

Miro el reloj con nerviosismo.

—Sólo hay ocho minutos de mi casa a la tuya—, digo yo.

—Aparentemente, Internet estaba equivocado,— dice Wren.

—O no tuvo en cuenta mi ritmo vertiginoso.

—O dio un tiempo aproximado para los ancianos con un andador y por eso salieron diez minutos. — Sonrío. Wren tímidamente devuelve la sonrisa y se mira a los lados. Pero vuelve a mí con su vista otra vez.

—Vamos.

93

Hay cajas apiladas en el suelo desde el umbral. Me paro, y cojo una con el nombre de Wren escrito en grandes letras negras.

—Incluso conozco esta calle.— Digo cuando Wren se aparta para que yo pueda volver a casa. También recoge la caja y subimos, dejando la puerta abierta. Las escaleras blancas están crujiendo bajo mis pies. Los escalones son muy estrechos. Tengo que tener cuidado de no caerme.

—Aquí.— Vamos a la primera habitación de la derecha. —Pon eso en cualquier lugar.

La habitación es casi del mismo tama?o que la mía. Paredes amarillentas y vacías con ara?azos y grietas del pasado. El suelo está crujiendo aún más que las escaleras. Supongo que cada paso se oye por toda la casa.





—Aquí está muy...— Empieza Wren. Al principio creo que dudó porque buscaba las palabras adecuadas, pero luego veo que está tranquilo y sólo sacude los hombros.

— Eso es encantador. Puedes hacer mucho aquí. Para eso vine, ?no?

Me puse ropa de trabajo a propósito.— Se?alo mis viejos pantalones grises de chándal y una camiseta negra suelta, que ha estado mostrando rastros de pintura desde Navidad, cuando Ruby y yo estábamos renovando un armario de especias para papá. Me recogí el pelo en una cola de caballo, cuyas puntas me hacen cosquillas entre los hombros.

—Comparte tu optimismo conmigo—, dice Wren, y vuelve a mirar la habitación. Ya hay un marco de cama y un escritorio junto a la pared. Está de pie bajo la ventana. Tres pasos son suficientes para que me acerque a él.

—Una fantástica vista del jardín del vecino.— Le sonrío por encima de 94

mi hombro. —Puedes espiarlos. Ya sabes, si no tienes nada más que hacer.

—Sinceramente, me vienen a la mente mejores ideas.— él responde en voz baja.

La sonrisa desaparece de mi cara cuando pienso en otras cosas que podría haber querido decir. De repente, hay imágenes delante de mis ojos, que en este momento absolutamente no deberían pasar.

Como si eso no fuera suficiente, siento que me estoy poniendo roja.

—Traje todo lo que pude encontrar…— digo rápido, quitándome la bolsa del hombro y poniéndola en su escritorio. Saco la cinta adhesiva, la película y el rodillo de pintura de ella. —?Compraste la pintura?

—Sí.— Wren se?ala dos cubos en la puerta. Y luego se acerca a mí y recoge el rollo de cinta adhesiva.

Lo observo discretamente por el sesgo.





Aunque nos conocemos desde hace poco tiempo y nunca lo hemos dicho directamente, puedo sentir lo conmovido que está. No sólo en este momento, sino también durante esas pocas semanas en las que estuvimos hablando.

Al principio nuestro contacto se limitaba a los comentarios de mis posts. Wren mantuvo su palabra de la fiesta y leyó todo el blog; de repente cada día me esperaba al menos un nuevo comentario; escribió algo incluso bajo mi primera entrada. A veces eran sólo unas pocas palabras, otras veces toda la epopeya sobre el hecho de que nunca pensó en la percepción de la gente gorda y que los medios de comunicación realmente dan forma a los gustos sociales y dirigen nuestra atención en una cierta dirección.

Algunos de los comentarios iniciaron discusiones interesantes, primero en el blog, luego en las noticias privadas de Instagram. Cuando finalmente intercambiamos los números de teléfono, hemos estado hablando no sólo 95

de mi blog, sino de todo y nada durante mucho tiempo. Me contó lo que pasaba en su casa, sobre su padre, que no es capaz de mirarle a los ojos a él o a su madre, sobre el miedo a que no consiguiera una beca y no pudiera estudiar en Oxford. Le dije que a veces no tengo fuerzas para levantarme de la cama, no porque esté cansada, sino porque no tengo fuerzas para enfrentar el día siguiente, y que, irónicamente, estos son los días en que se hacen las entradas de blog más inspiradoras y optimistas.

Es increíble que con algunas personas simplemente suceda.

Especialmente cuando cae la noche y el resto del mundo está en un sue?o pacífico.

—Primero, sellaremos los enchufes.— Yo decido y apunto la cinta adhesiva en su mano.

Algo incomprensible está ronroneando en respuesta. Le doy un codazo en el hombro. Me envía una mirada interrogante.





—No seas así. Será divertido.

—Si vieras mi antigua habitación, entenderías por qué no me gusta.

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