Espejismos(9)
Pero solo lo pienso. No lo digo. En lugar de eso, me encojo de hombros y replico:
—Se me da bien. De hecho, ha sido bastante fácil. He aprobado.
El chico asiente y me recorre con la mirada de arriba abajo sin perderse un solo detalle.
—Es bueno saberlo. —Esboza una sonrisa—. Mu?oz me ha dado de plazo el fin de semana para ponerme al día, tal vez tú puedas ayudarme.
Echo un vistazo a Haven: sus ojos se han vuelto oscuros y su aura ha adquirido un horrible tono verdoso a causa de los celos; a continuación miro a Miles, que ya ha dejado su grano y está escribiéndole un mensaje de texto a Holt; y por último a Damen, que parece ajeno a lo que está ocurriendo y tiene la mirada perdida, concentrada en algo que no puedo ver. Y, aunque sé que me estoy comportando de manera ridícula, que el claval parece caerles bien a todos los demás y que debería hacer lo posible por ayudarle, hago un gesto indiferente con los hombros y le digo:
—Me consta que no hace falta.
Me resulta imposible pasar por alto el hormigueo de mi piel y el nudo en el estómago que siento cuando sus ojos se enfrentan a los míos. Roman muestra sus dientes blancos y perfectos en una sonrisa antes de decir:
—Es muy amable por tu parte concederme el beneficio de la duda, Ever, aunque no estoy seguro de que hayas hecho lo correcto.
Capítulo cinco
—?Qué te pasa con el chico nuevo? —me pregunta Haven, que se queda atrás mientras todo el mundo se dirige a clase.
—Nada. —Aparto su mano y me encamino hacia delante. Su energía recorre mi cuerpo mientras observo a Roman, Miles y Da-men, que ríen como si fueran viejos amigos.
—Por favor… —Compone una expresión incrédula—. Es evidente que no te cae bien.
—Eso es ridículo —replico.
No dejo de mirar a Damen, mi increíble y flamante novio/alma gemela/compa?ero eterno/consorte (en serio, tengo que encontrar el termino adecuado), que apenas me ha dirigido la palabra desde la clase de lengua de esta ma?ana. Y espero que no sea por los motivos que pienso: por mi comportamiento de ayer y porque me he negado comprometerme este fin de semana.
—Hablo muy en serio. —Me mira a los ojos—. Es como… como si odiaras a la gente nueva o algo así —me dice, y sus palabras son as amables que las que le rondan por la cabeza.
Aprieto los labios y clavo la mirada al frente para resistir el impulso de poner los ojos en blanco.
Sin embargo, ella se limita a poner los brazos en jarras y a mirarme con sus ojos hipermaquillados que se entornan bajo el mechón rojo fuego de su flequillo.
—Porque si no recuerdo mal, y las dos sabemos que no, al principio también detestabas a Damen, cuando llegó al instituto.
—Yo no odiaba a Damen —replico. Al final pongo los ojos en blanco, pese a que me había propuesto no hacerlo.
?Corrección: solo fingía odiar a Damen, porque lo cierto es que lo quise desde el principio. Bueno, excepto ese corto período de tiempo en el que lo odiaba de verdad. Pero, aun así, lo quería. Lo que pasa es que no estaba dispuesta a admitirlo…?
—Oye, perdona, pero no estoy de acuerdo —me dice. Su cabello negro deliberadamente despeinado le cae sobre el rostro en mechones—. ?Recuerdas que ni siquiera lo invitaste a tu fiesta de Halloween?
Suspiro, fastidiada por todo ese asunto. Lo único que quiero es entrar en clase y fingir que presto atención mientras intercambio mensajes vía telepática con Damen.
—Sí, y, por si no lo recuerdas, esa fue también la noche en que nos enrollamos —le digo al final, aunque me arrepiento en el mismo instante en el que las palabras salen de mi boca. Fue Haven quien nos vio junto a la piscina, y eso estuvo a punto de romperle el corazón.
Sin embargo, ella pasa por alto mis palabras, más decidida a dejar claro su punto de vista que a ahondar en ese momento en particular del pasado.
—O puede que estés celosa porque Damen tiene un nuevo amigo. Ya sabes, alguien más aparte de ti.
—Eso es ridículo —replico demasiado rápido para resultar creíble—. Damen tiene un montón de amigos —a?ado, pero las dos sabemos que eso no es cierto.
Haven me mira con los labios fruncidos, impasible.
Sin embargo, ahora que hemos llegado tan lejos, no tengo más remedio que continuar.
—Os tiene a ti, a Miles y a… —?A mí?, pienso, pero no lo digo en voz alta porque es una lista bastante pobre, y eso es justo lo que ella pretende se?alar. Y la verdad es que Damen nunca sale con Haven y con Miles a menos que yo esté también. Pasa todo su tiempo libre conmigo. Y en los momentos en que no estamos juntos, no deja de enviarme imágenes y pensamientos para aliviar la sensación de distanciamiento. Es como si siempre estuviéramos conectados. Y tengo que admitir que me gusta que las cosas sean así. Porque solo con Damen puedo ser yo misma: esa que puede escuchar los pensamientos de los demás, que percibe las energías y que ve espíritus. Solo con Damen puedo bajar la guardia y ser como soy.
No obstante, cuando miro a Haven no puedo evitar preguntarme si está en lo cierto. Quizá esté celosa. Quizá Roman sea realmente un tipo normal y agradable que ha cambiado de instituto y quiere hacer ligos nuevos… y no la amenaza escalofriante que yo veo en él. Quizá me haya puesto tan paranoica, celosa y posesiva porque he asumido de manera automática que si Damen no está tan concentrado en como de costumbre, corro el peligro de ser sustituida. Y si es así, resulta demasiado patético para admitirlo. Así que niego con la cabeza y finjo una carcajada antes de decir: