Espejismos(5)
Y, como siempre que pienso en Riley, se me hace un nudo en la giganta y empiezan a escocerme los ojos, y no puedo evitar preguntarme si algún día asimilaré el hecho de que se ha ido. Que se ha ido unitiva e irreversiblemente. Si bien a estas alturas debería saber lo bastante sobre pérdidas como para darme cuenta de que jamás dejas de echar de menos a alguien: como mucho aprendes a vivir con el enorme Vacío que deja su ausencia.
Me enjugo las lágrimas a la entrada de la casa de Miles. Recuerdo que Riley me prometió que me enviaría una se?al, algo que me demostrara que ella estaba bien. No obstante, aunque me he aferrado a esa promesa y he permanecido alerta y vigilante ante cualquier se?al que indique su presencia, hasta ahora no he visto nada.
Miles abre la puerta y, antes de que tenga tiempo de decirle ?Hola?, él levanta la mano y dice:
—No hables. Solo mírame la cara y dime lo que ves. ?Qué es lo primero en lo que te has fijado? Y no se te ocurra mentir.
—En tus preciosos ojos casta?os —le digo al escuchar los pensamientos que le rondan por la cabeza. No es la primera vez que me entran ganas de ense?arles a mis amigos cómo ocultar sus pensamientos y mantener sus asuntos privados… precisamente en privado. Pero para eso tendría que revelar que soy capaz de leer la mente, de ver las auras y de percibir psíquicamente los secretos… Y eso es algo que no estoy dispuesta a hacer.
Miles sacude la cabeza y sube al coche antes de bajar el espejo del parasol para inspeccionarse la barbilla.
—Eres una mentirosa… Mira, ?está justo aquí! Es como un farolillo rojo imposible de pasar por alto, así que no te atrevas a fingir que no lo has visto.
Le echo un vistazo mientras retrocedo por el camino de entrada y veo el grano que se ha atrevido a aparecer en su rostro, aunque lo que más me llama la atención es su laca de u?as rosa.
—Bonitas u?as —le digo antes de echarme a reír.
—Son para la obra. —Esboza una sonrisa desde?osa sin dejar de mirarse el grano—. ?No puedo creerlo! Es como si todo se hubiera echado a perder justo cuando las cosas estaban saliendo a la perfección. Los ensayos han ido genial, me sé todas mis frases tan bien como los demás… Creí que estaba total y completamente preparado… ?Y ahora esto! —Se se?ala la cara con el dedo.
—Son los nervios —le digo, y le echo un vistazo justo antes de que el semáforo se ponga en verde.
—?Exacto! —Asiente con la cabeza—. Y eso demuestra que no soy más que un aficionado. Porque los profesionales, los profesionales de verdad, no se ponen nerviosos. Se limitan a sumergirse en su área creativa y… crean. Quizá no esté hecho para esto. —Me mira con la cara tensa por la preocupación—. Quizá conseguí el papel protagonista de pura chiripa.
Lo miro de reojo mientras recuerdo que Drina aseguró haber manipulado la mente del director a fin de aumentar su interés por Miles. Pero aunque fuera cierto, eso no significa que Miles no pueda apa?árselas, que no sea el mejor para el papel.
—Eso es ridículo. —Niego con la cabeza—. Hay muchísimos actores que se ponen nerviosos, que sienten pánico escénico o como se llame. De verdad. Ni te imaginas las historias que Riley solía contarm… —Me quedo en silencio con los ojos como platos y la boca abierta de par en par, sabiendo que nunca podré terminar esa frase. Que jamás podré divulgar las historias que recabó mi difunta hermanita, a quien le encantaba espiar a la élite de Hollywood—. De todas formas, ?no te vas a poner algo así como un kilo de base de maquillaje?
Miles me mira de soslayo.
—Sí. Claro. ?Adonde quieres ir a parar? La representación es el virnes y, por si no lo sabías, ma?ana resulta que es viernes. Esto no habrá desaparecido para entonces.
—Supongo que no. —Me encojo de hombros—. Pero me refería a que puedes cubrirlo con maquillaje, ?no?
Miles pone los ojos en blanco y tuerce el gesto.
—Vaya, así que puedo lucir un enorme farolillo de color carne, ?eso es lo que pretendes decir? Pero ?tú lo has visto? No hay forma de disimularlo. ?Tiene su propio ADN! ?Hasta proyecta sombra!
Entro en el aparcamiento del instituto y ocupo mi sitio de siempre, el que está justo al lado del brillante BMW negro de Damen. Y cuando miro a Miles una vez más, por alguna razón inexplicable siento el impulso de tocarle la cara. Como si mi dedo índice se viera atraído sin remedio hacia el grano de su barbilla.
—?Qué estás haciendo? —pregunta mi amigo, que se aparta dando un respingo.
—Solo… quédate quieto —susurro, sin tener ni idea de lo que hago ni de por qué lo hago. Lo único que sé es que mi dedo tiene un objetivo muy claro en mente.
—Bueno, ?ni se te ocurra tocarlo! —grita en el preciso instante en que entro en contacto con su piel—. Genial, esto es genial. Ahora seguro que se hace el doble de grande. —Sacude la cabeza y sale del coche.
No puedo evitar sentirme decepcionada al ver que la espinilla sigue ahí. Supongo que tenía la esperanza de haber desarrollado algún tipo de habilidad sanadora. Desde que Damen me dijo, justo después de que decidiera aceptar mi destino y empezar a beber el líquido inmortal, que podía experimentar algunos cambios, como una mejora en las habilidades psíquicas (que yo no deseo), superhabilidades físicas (con las que podría sin duda mejorar mis notas en educación física), entre otras habilidades (como la capacidad para curar a los demás, algo que me habría encantado poder hacer), he estado atenta a la aparición de cualquier cosa extraordinaria. Sin embargo, hasta el momento, lo único que he conseguido ha sido un par de centímetros más de piernas, lo cual me obliga a comprarme otros vaqueros. Y eso es algo que probablemente hubiera ocurrido de todas formas con el paso del tiempo.